top of page
Foto del escritorSol Giannetti

Celulares en el aula: ¿libertad o desprotección?

Hace un mes acompañé a adolescentes para armar sus charlas TED Ed en una escuela secundaria de la ciudad de Chascomús. Como madre de adolescentes, realmente me quedé preocupada por el tema de la tecnología y su uso educativo en el aula, y por si es o no el momento oportuno para tomar alguna medida al respecto. Una de las charlas fue la de Milena Ferrari. Ella tiene 15 años y su charla fue sobre grooming, acoso sexual cibernético. Lo sufrió en carne propia por parte de un profesor de la escuela. En la charla ella se pregunta:

¿Cómo me iba a imaginar que la persona que está para enseñarme me iba a decir que mi pollera estaba muy cortita y que tenía pechos demasiado chicos?



Ella termina su charla preguntándonos a nosotras, las personas adultas: ¿ustedes de verdad creen que el celular es como un diario íntimo? Déjenme decirles que no. Un diario íntimo es de papel, tiene un candadito y una llave que protege que nadie entre, mire o escriba. El celular es una ventana sin traba ni candado que invita a que todo entre. LIBERTAD no es lo mismo que DESPROTECCIÓN”.


Esto me llevó a la pregunta sobre las normativas para utilizar los dispositivos electrónicos personales en el aula, la situación en Argentina y en el resto del mundo. ¿Cuánto más vamos a esperar para pensar lo mejor para ellas y ellos, hoy? Todos queremos la mejor educación para los chicos. Formarlos para el futuro, desarrollando inteligencias múltiples para desenvolverse en contextos de cambio. Y sabemos que la tecnología educativa cumple un rol clave en la innovación, el aprendizaje autónomo e interactivo. Que acerca la educación a lugares de difícil acceso o en situaciones de emergencia, como fue la pandemia. Negar esto sería como intentar detener el tiempo.


Sin embargo, está bueno pensar el costo de abrirle indiscriminadamente la puerta al teléfono en el aula, con el riesgo de profundizar la actual crisis de salud mental, con índices alarmantes de aislamiento, apatía, ansiedad, agorafobia, cyberbullying y disminución de atención. 


Durante la pandemia el teléfono permitió la continuidad pedagógica. Cuatro años más tarde, con la vuelta a la presencialidad, vemos graves efectos colaterales ligados al desarrollo emocional y relacional, que es necesario priorizar por sobre una mirada academicista de la educación.

En el Informe anual de seguimiento de la educación en el mundo 2023 de la Unesco, publicado en julio de este año, se recomienda la prohibición del uso de celulares y computadoras en el aula. Entre muchísimos datos, se menciona un estudio realizado sobre 14 países, que revela que el uso de celulares en el aula hace que se pierdan en promedio 20 minutos de clase. Esta tendencia la reafirma el Environmental Health Trust: en la actualidad 1 de cada 7 países del mundo prohíbe por ley el uso de teléfonos móviles en las escuelas. 


Necesitamos dar respuesta a esta crisis de época que nos deja, a quienes tenemos el rol de educar, sin “candaditos” para evitar que a través del celular entre todo, lo bueno y lo malo, como decía Milena en su charla. 


Otro de los principales problemas es la brecha digital inversa entre alumnos y docentes. Una implementación efectiva requiere de tecnología apropiadas pero también de docentes capacitados para aprovechar el potencial de estos dispositivos y prevenir posibles riesgos. Solamente la mitad de los países del mundo cuentan con políticas de desarrollo de competencias relacionadas con las TIC.


¿Qué dice la neurociencia sobre el aprendizaje con teléfonos?

El pensamiento crítico implica la capacidad de evaluar información, analizar argumentos, resolver problemas y tomar decisiones de manera independiente. Tanta información disponible, puede generar:

  • Sobrecarga: El cerebro recibe una cantidad abrumadora de información lo que puede dificultar la capacidad de análisis profundo.

  • Pensamiento superficial: fomentar un pensamiento más superficial, basado en la búsqueda de respuestas rápidas en lugar de una reflexión profunda.

  • Dificultad para resolver problemas complejos: La sobreestimulación puede afectar la capacidad del cerebro para resolver problemas que requieren un pensamiento complejo y creativo.

  • Afectar la memoria: La fragmentación de la atención puede dificultar la consolidación de la memoria a largo plazo


Volviendo al informe de UNESCO antes mencionado. Casualmente se titula “Tecnología en la educación: ¿UNA HERRAMIENTA EN LOS TÉRMINOS DE QUIÉN?” y entre sus conclusiones enuncia: “No abundan pruebas sólidas, adecuadas e imparciales sobre el impacto de la tecnología educativa ni sobre su valor añadido. Evoluciona a un ritmo mayor del que es posible evaluar: de media, los productos de tecnología educativa cambian cada 36 meses y muchas de las pruebas proceden de quienes intentan venderla. Tal es el caso de Pearson, una de las empresas líderes en ofrecer plataformas digitales de aprendizaje quienes financian sus propios estudios que demuestran que sus productos no tienen incidencia negativa en los alumnos”.


Quiero reforzar la necesidad de preparar a los adolescentes para el futuro. Y si bien sabemos que el celular podría ser una herramienta útil, no es la única ni la más importante en el aula. Incluso, estaría el riesgo de generar dependencia tecnológica que dificulte la resolución de problemas sin dispositivos. 


En pos de la personalización del aprendizaje a través de dispositivos móviles habría mucho que tal vez se perdería: disminución de la interacción y la colaboración en el aula, la pérdida de la experiencia compartida a través de debates grupales que desarrollan habilidades esenciales de comunicación, negociación y resolución de conflictos. 


Además, hay una pregunta urgente a hacernos, en paralelo: ¿Quién prepara a los docentes para el presente? antes que para el futuro. Según la encuesta internacional sobre profesores, enseñanza y aprendizaje (TALIS) -una iniciativa de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico)- de 2018, sólo el 43% de los docentes afirmaron sentirse capaces de utilizar la tecnología con fines educativos.


Volviendo al momento oportuno, al "tiempo kairos": entendemos que no se puede dar la espalda al futuro negando la tecnología educativa pero es necesario preguntarse: ¿resulta este uso apropiado para el contexto nacional y local, hoy? Esta debe fortalecer los sistemas educativos y estar en consonancia con sus objetivos y posibilidades, en cada lugar y momento histórico.


Para los chicos el teléfono es una extensión de su mano. Podemos regular esta simbiosis para que al menos durante las horas de sueño y de escuela puedan experimentar otra posibilidad: la de relaciones que integren el cuerpo y la mirada, en el presente, en la intimidad del aula, sin fuga a través de ventanas tecnológicas hacia otros espacios y tiempos.


22 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comentarios


bottom of page