En muchos trabajos me siento como una sastre. Preparo el espacio, sirvo dos tazas de té y me dispongo a escuchar. Llega el cliente y nos zambullimos de lleno en una charla sincera. En general hay una idea, a veces más concreta, a veces más difusa, de lo que necesita.
En algunas oportunidades le es fácil expresarlo. En otras, le es difícil ponerlo en palabras y transformarlo en un pedido. “Necesito que me redactes un informe de fin de año”. “Requiero de alguna herramienta para explicar a mis vendedores cómo presentar el producto”. “El sponsor no visualiza el proceso de trabajo de todo un año y necesito cambiar eso”.
Estas son algunas de las frases que surgen en esta primera reunión. Y arranca la tarea.
“Ponerme en tus zapatos. Entender la pisada. Acompasar la marcha. Para crear huellas”.
Muchas veces me encuentro pensando y diciendo estas frases. Porque realmente definen mi manera de trabajar. Como el sastre, cuando trabajamos con palabras, ideas o desarrollo de contenidos, hay que hacerlo a medida. No sabemos al inicio cuál será la mejor herramienta o el recorte de contenidos; partimos de la necesidad y, como una escultura, vamos cincelando la obra.
Estoy finalizando un trabajo para la empresa Sharan Latam. Una serie de Power Points que serán utilizados como herramienta de aprendizaje para que los empleados de una firma logren mejorar la calidad de sus presentaciones en público. Hice nuevamente el ejercicio. De ponerme en la piel de ese empleado. Imaginar qué necesita saber para poder afrontar este nuevo desafío. Y pensé:
- Primero, tiene que conocerse a sí mismo. ¿Cuáles son sus cualidades como orador? Sus fortalezas y puntos a trabajar. Su estilo personal. Para que no intente imitar a ningún “famoso” sino que brille con luz propia, sacando a ese o esa “show woman” que lleva dentro..
- Luego, obviamente, poder hacer una buena lectura de su audiencia. No es cuestión de poner piloto automático y decir lo mismo, de la misma manera, aún cuando el público varía. cómo ayudarle para que pueda adaptar su presentación a un público experto, formal, informal, que habla o no el mismo idioma.
- El siguiente contenido que tendrá que poner en juego el empleado será aprender a elegir sobre qué hablar. Siempre es necesario priorizar porque el tiempo no es infinito. Cómo enseñarle a armar una estructura narrativa pregnante, clara, concisa, para “llegar de un punto A a un punto B”. Acompañando a la audiencia, de la mano, en un proceso lógico y amable, de comprensión y aprendizaje.
Como la Biblia y el Calefón, en mi cabeza se encuentran conocimientos y hacen nuevas sinapsis. Recordé entonces un curso que hice en pandemia con Antonio Nuñez, especialista en comunicación y storyteller. Propuse al cliente incorporar esta fantástica herramienta, poco usada en algunos ámbitos laborales formales. Fue excelentemente bien recibida. Aunque hubo que pensar cómo incluirla de manera persuasiva para que los empleados la sintieran como propia. Hoy hay referentes clave como Estanislao Bachrach o Facundo Manes, que hablan desde la neurociencia, sobre inteligencia e impacto emocional. Cómo aprende nuestro cerebro? ¿Qué le es más fácil recordar? Al cerebro le encanta recordar historias porque tienen olores, sabores e imágenes. Dice Bachrach, "una de las avenidas de nuestro cerebro es la de la experiencia directa, la atención y los 7 sentidos que te enseñan a estar en el presente".
A estas alturas, mi sastrería ya es una fiesta de telas, hilos y alfileres. Se mezclan conceptos, herramientas, experiencias, aprendizajes provenientes de distintos campos y épocas. Es el momento de diseñar el molde, elegir, ordenar y tomar decisiones junto al cliente.
“Menos es más”, otra frase que utilizo como un mantra, cada vez con más frecuencia.
Hay que podar y, a campo limpio, empezar a hilvanar suavemente la secuencia de contenidos. Nuevamente, me meto en los zapatos de ese empleado que buscará en el Power Point una guía que le facilite la vida. ¿Cómo puedo decir lo mismo, más corto y más simple? ¿Conviene usar palabras, una imágen o una infografía? ¿Cómo me gustaría que me lo expliquen si yo tuviese que seguir esta instrucción?
Llega el momento clave de aliarme con la diseñadora. Forma y contenido. Se suma a los pliegues aún pinchados con alfileres e hilvanados suavemente, para robustecer la pieza. El concepto abstracto va haciéndose materia concreta. El mensaje cobra tamaño, color y textura.
Y tras el trabajo de taller, puertas adentro, llega el nuevo desafío de compartir avances con Sharan. ¿Cómo le calzará el nuevo traje al cliente? Seguro habrá ajustes, tomar aquí, soltar allá. La caída, el talle, el swing.
En este caso en particular debo decir que no es la primera vez que trabajo con ellos. Hay un recorrido conjunto que hace que la tarea fluya y encontremos rápidamente el tono buscado.
Ajustamos por tercera vez la propuesta de contenidos y visual. Estamos contentos. Cerramos el año con el proyecto concluido.
Sin embargo, no será hasta que las presentaciones que armamos salgan “al ruedo” y paseen por la pasarela, que no sabremos si el público va a aplaudir, si volteará para vernos y pensará (para sus adentros), dónde habrá comprado la señora ese vestuario que le calza tan, tan, tan a su medida.
Cuánto más ágil y agradable resulta la gestión cuando trabajamos en equipo .... "Equipo-con-la-camiseta-puesta" Con Sol, como con cada uno de los actores del proyecto (diseñadora, cliente) el hacer es un placer!!!!! 👣 🎶 👣 🎶 👣