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Más allá de las encuestas: la nueva forma de entender la escuela a través de sus narrativas

  • Foto del escritor: Sol Giannetti
    Sol Giannetti
  • hace 1 día
  • 5 Min. de lectura

En un mundo saturado de encuestas y datos cuantitativos, a menudo se pierden las voces individuales y el contexto emocional detrás de los números. El enfoque de micronarrativas Sensemaker® surge como una estrategia innovadora para abordar esta limitación. A diferencia de un cuestionario tradicional que busca respuestas cerradas, este método invita a las personas a contar sus propias historias, por breves que sean.


Cuando el Colegio Santa Ethnea (Buenos Aires, Argentina) nos manifestó la necesidad de intervención, ante una nueva normativa vigente respecto del uso de los celulares en la escuela, pensamos que esta herramienta era la más acertada para comprender la percepción de toda la comunidad y así decidir acciones a futuro para una mejor convivencia y adhesión al enfoque institucional por parte de chicos, chicas y familias.


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¿Por qué desde Hablemos Más comulgamos tan profundamente con este enfoque?


El verdadero valor de esta técnica radica en su capacidad para ir más allá de los hechos. Al darles a los participantes la libertad de interpretar sus propias experiencias, se capturan las emociones, los valores y las percepciones que realmente moldean una cultura organizacional. Esto democratiza la recolección de información, rompiendo con el modelo en el que solo los expertos tienen el poder de analizar y definir la realidad de un grupo. El resultado es un mapa más rico y honesto del sentir colectivo, que se convierte en una herramienta invaluable para la toma de decisiones.


El enfoque Sensemaker® permite a toda una comunidad compartir sus experiencias reales en la organización. El narrador tiene el poder de interpretación, lo que permite a los participantes expresar lo que creen que significan sus historias en el contexto de la cultura organizacional.

Esta mirada innovadora sistematizada por The Cynefin Co. propone la no mediación profesional. Son los mismos participantes quienes cuentan “su” historia sobre el tema en cuestión. Es, a partir de esta información, que posteriormente se recopilan y sistematizan las narrativas auto interpretadas para generar insumos de gran valor en pos de la toma de decisiones y monitoreo en la institución.


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Cuando los equipos de conducción comprenden estos puntos de vista diversos; las preocupaciones e intereses de cada actor parte, cuentan con mejores herramientas para gestionar transiciones y cambios. 

La comunidad habla: así pusimos en práctica el método de las micronarrativas


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El relevamiento se realizó con el acompañamiento y supervisión de Juanita Uribe, representante de la licencia Cognitive Edge para América Latina, utilizando de forma analógica la herramienta de SenseMaker, como ejercicio experimental.


Junto a Mariana y Alberto Volpi, exalumnos y profesionales de la comunicación y el derecho, nos acercamos al Colegio Santa Ethnea para ofrecer un taller de resolución de conflictos y diálogo intergeneracional. El motivo principal era una nueva normativa sobre el uso de celulares que había generado tensiones en la comunidad educativa. Los alumnos, que ahora estaban sin sus teléfonos en clase, manifestaban un "síndrome de abstinencia" que derivaba en aburrimiento y, en algunos casos, en comportamientos inadecuados. Por otro lado, los adultos sentían que no eran los adolescentes quienes expresaban sus problemas, sino que eran los padres y educadores quienes les ponían "palabras de adulto" a los conflictos. Para abordar esta situación, la Unión de Padres y el Centro de Estudiantes se unieron para proponer una iniciativa que promoviera "más palabra y menos celular", buscando llenar ese vacío a través de espacios de recreación analógica.


Para entender las percepciones de la comunidad de manera profunda, propusimos un taller que, además de ofrecer herramientas de diálogo, incluyera una sesión de recolección de información a través del método Sensemaker®. La muestra incluyó a 30 alumnos de primer y segundo año y 40 adultos (padres, madres y personal educativo). La pregunta disparadora fue: "Si tuvieras que contarle a alguien que se va a cambiar al colegio, ¿qué historia le contarías sobre el lugar que ocupa la tecnología en él?"

Cada participante escribió su historia y luego, usando stickers de colores según su rol (alumno, familia, educador), situó su relato en una serie de tríadas que exploraban temas como los valores del colegio, la toma de decisiones y el impacto de la nueva normativa.


Hallazgos clave


La información recopilada reveló diferencias interesantes entre los grupos etarios:

  • Percepciones sobre la normativa: Los adultos, en su mayoría, tuvieron una valoración positiva de la nueva norma. En contraste, casi la mitad de las historias de los alumnos de 12 a 14 años fueron negativas, vinculadas tanto a la restricción del celular como a la falta de equipamiento tecnológico en la sala de informática.

  • Valoración de la escuela: A pesar de las diferencias, todos los grupos destacaron como aspectos positivos el lazo social, la contención ante conflictos y la solidez del programa de mediación educativa.

  • El rol de la amistad: En una de las tríadas, que preguntaba sobre la prioridad entre aprendizaje, amistad y normas, los alumnos fueron unánimes: la amistad es lo más valioso. Este hallazgo subraya que la escuela es, para ellos, un ecosistema social fundamental, más allá de lo académico.

  • Percepción sobre la toma de decisiones: Las familias expresaron la necesidad de una comunicación más clara por parte de la Dirección en cuanto a la toma de decisiones. Curiosamente, los alumnos percibieron su nivel de participación como muy alto, probablemente debido a la activa presencia del Centro de Estudiantes.


¿Y si seguimos conversando?


El análisis de las micronarrativas nos muestra un camino posible, "el inter", porque la realidad no es blanca o negra.


Si bien la normativa busca restringir el uso de dispositivos, los datos nos muestran que la relación de los estudiantes con la tecnología es mucho más compleja de lo que pensamos.

Al observar la tríada de valores, vimos que los estudiantes priorizan abrumadoramente la amistad por encima del aprendizaje o las normas. Esto desmantela la narrativa de que "la tecnología los aísla". Para ellos, el valor no reside en el teléfono como objeto, sino en lo que les permite hacer: mantenerse conectados, compartir y organizar sus vidas sociales. 


La tecnología, en esencia, es una herramienta para fortalecer el vínculo humano. Y es aquí que se abre una oportunidad invaluable: en lugar de ver la tecnología solo como un obstáculo, podemos pensar en estrategias complementarias. Si el colegio logra redirigir su uso hacia interacciones sociales constructivas, como proyectos colaborativos o herramientas que fomenten el trabajo en equipo, los alumnos la percibirán como una aliada. De esta manera, no solo se gestiona la restricción de los dispositivos, sino que se aprovecha su potencial para resignificarlos, convirtiéndolos en un recurso que apoya tanto el aprendizaje como el tan valorado vínculo social.


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