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Foto del escritorSol Giannetti

Amistad, divino tesoro

A Ana Luz Chieffo la conozco desde el año 2000, nuestra historia compartida nació con el cambio de milenio. En tantos años transitamos por proyectos, trabajos, viajes, estudio y arte, con Pequeñas Colecciones. Las vidas se fueron entrelazando y hoy se conectan desde nuevos aprendizajes cruzados. Ella se apasionó por el mundo del collage y yo por el storytelling. Como arcilla en buenas manos, nos dejamos moldear con saberes

ajenos, yo intentando dar mis primeros pasos entre tijeras e imágenes, Ana soltando la palabra y dejandose llevar por su nutrido anecdotario. Los vínculos tienen esto de maravilloso; comprender los lenguajes del otro, ponernos renovados anteojos para entender el mundo y disfrutar de las inmersiones que nos muestran perspectivas diversas para ver, contar y compartir.


Aqui, su relato sobre un tesoro encontrado en plena Ciudad de Buenos Aires, al cual le dió forma en el taller Porvenires, relatos 50+.


Un regalo para mis collages

Salí de casa una mañana destemplada, había dejado de llover y tenía que comprar un regalo. Por la intensidad del tránsito, tomé una calle diferente a la habitual y en el semáforo, mientras bajaba la cabeza para buscar algo en la mochila, la giré… ¡Y ahí la ví!

Era, literalmente, una montaña de libros sobre la vereda. Sin casi pensarlo me arrojé del auto hacia ella con una emoción de niña. Sabía que me iba a ser imposible ver tanto y recoger sólo algo en tan poco tiempo. 

Entre la emoción y ansiedad me preguntaba: ¿Qué elegir?, ¿quién pudo haberse desprendido de esta “maravilla”?

De pronto, se acercó un joven cartonero quien, con mucho respeto, me dijo: 

-Desde temprano estoy vaciando el container. Si quiere llevarse algún libro, estoy cobrando $300 por cada uno. Si no, puede ser leche o pañales



Mientras yo revisaba y seleccionaba y Juan (así me dijo que se llamaba) iba y venía rescatando “tesoros”, se fueron acercando otras personas. Entonces, sin pensarlo mucho, me encontré explicando la situación a quien se acercaba: presentaba a Juan, su tarea y la necesidad de que se le pagara. Me sentía su “representante” atenta a que nadie se llevara libros sin una contribución. En un ida y vuelta silencioso, Juan me iba acercando otras curiosidades que entendió, me podían maravillar: pequeños cuencos medidores de porcelana de farmacia, una lámpara de Aladino de cerámica… Hasta un mini banquito para que me sentara.


Mientras recorría rápidamente cada hallazgo y viajaba a través de las imágenes de las tapas, de las texturas de las páginas, de la suavidad del papel de arroz, del olor a oscuridad, de las puntas de hojas marcadas tal vez por una minuciosa relectura, aparecían nuevamente las preguntas: ¿cómo imaginar a su poseedora o poseedor si todo era tan ecléctico?, ¿pero acaso una vida no es así de variada?, ¿y si vuelve a llover y se mojan?, ¿qué pasará cuando me vaya?, ¿la gente le pagará a Juan?,¿cómo serán los collages que saldrán de estas maravillas?


¿Qué mensajes me trae hoy esta pequeña colección de hallazgos?

Ya en casa, me sentí nuevamente niña, abriendo regalos y gozando por segunda vez de lo recibido; con el pecho vibrante y las manos emocionadas pude reconocer que entre los libros y revistas, había álbumes de fotografías de Italia, enciclopedias y catálogos de 1920 referidos a los temas que me conmueven: el mundo de los viajes, las infancias, el universo femenino, el pasado.



La euforia se volvió asombro al reconocer la calidad de las fotografías y de la edición, el exquisito estilo art nouveau de algunas publicaciones y nuevamente agradecí al misterioso ser que un día las eligió, las compró y las guardó por décadas en su biblioteca. 

Intuyo que sos mujer y elijo llamarte Helena. Podríamos haber sido amigas porque tenemos gustos parecidos. Seguro naciste en Italia, amás los viajes, te gusta bordar, leer para vos y también para tus hijos. Después de ellos, tu mayor tesoro son tus libros, se nota por cómo están amorosamente encuadernados y forrados, y entre sus páginas, todavía permanecen los pequeños papeles señaladores que alguna vez colocaste. De la ensoñación pasé nuevamente a la ansiedad. ¿me atrevería a recortar esas páginas para mis collages?, ¡cuánto para hacer justo ahora que con la jubilación dispongo de más tiempo!, ¡cuántos proyectos encierran esas páginas!!


Los dejé descansar a la espera de encontrar el tiempo para revisarlos más detalladamente y un día, mientras los mostraba a una amiga, los descubrí.

Entre las enciclopedias, encontré que 4 de éstas, forradas cuidadosamente con doble papel, eran tomos de El tesoro de la juventud. ¿Coincidencia o mensaje?

Justo en esos días había investigado, con mucho interés, sobre esa enciclopedia a partir de la obra de la artista Lucía Torres, quien en sus collages incorpora algunas de sus preguntas e imágenes. Me cautivaron la calidad de las ilustraciones, la nitidez de las fotografías en blanco y negro, la ornamentación de las páginas, las particularidades de sus secciones, el aroma que despedía el papel y la ternura de las preguntas que seguramente nos hemos hecho todos alguna vez…¿necesita alimentarse el cerebro?, ¿cómo de semillas tan pequeñas pueden salir flores tan grandes?, ¿por qué tenemos rayas en las manos?


En estos tiempos de materialismo extremo, no puedo dejar de pensar en quién tomó la decisión de arrojar todos esos libros a la calle… ¿cómo no sensibilizarse ante la humanidad encerrada en esa colección?, ¿por qué no tratar con cuidado esa herencia?, ¿por qué no buscar a quien podía recibirla?.


Vuelvo a vos Helena, para agradecerte. Quiero pensar que no fue el azar y que me elegiste con algún artilugio como heredera de esa porción de tu historia. A través del collage procuraré volverlos a la vida, en nuevos relatos y nuevas historias.

Aquella mañana salí a buscar un regalo pero no sabía que iba a ser yo la agasajada.

¿Pura coincidencia?, ¿destino?.


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1 Comment


Veronica Gentil
Veronica Gentil
Jul 25

Qué belleza de relato!! Qué gran regalo recibido! Cuanta sensibilidad ante lo artístico que me colma de amor y sabiduría en esta existencia compartida. Gracias Ana Luz por donar tanto a nuestra alma. Abrazo fuerte.

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