Una de los roles como periodista, storyteller y editoria de contenidos, es acompañar el proceso de personas, organizaciones y empresas, para comunicar buenas ideas en eventos o campañas de comunicación institucional. ¿Cuáles son las claves? ¿Qué dinámicas de trabajo favorecen esta búsqueda? ¿Qué sucede cuando a la búsqueda, "le ponemos el cuerpo"?
Estas y muchas otras son las preguntas que me hago permanentemente. Las respuestas a veces vienen de buenas lecturas, de espacios formativos y, casi siempre, de mucha, mucha práctica. En este momento estoy experimentando con nuevas dinámicas, cruzando lo que aprendo del libro de Mariano Sigman "El Poder de las Palabras" con un seminario vivencial de bioenergética "Ponerle el cuerpo a la escucha", a cargo de SENS, Salud y Desarrollo Humano, por ejemplo.
Palabras + cuerpo.... en este cruce fabuloso aparecen buenas historias, cargadas de información y emociones, con mucha verdad.
Hablo de verdad en el sentido de descubrir eso que es genuino para la persona; esa información que surge de la mente pero que es validada por el propio cuerpo. Porque se cruza lo que pensamos con lo que sentimos, y en esa amalgama, sucede la magia: el relato viaja, nos moviliza y nos conmociona.
Este 2023 decidí volcar este aprendizaje en la organización de un Club TEDEd en Chascomús, junto a adolescentes y jóvenes de la Escuela Secundaria Municipal Juan Galo Lavalle. Validar esto que pienso y siento en una experiencia concreta, invitando como co equiper a la profesora de arte Angelina Sotelo.
Iniciamos este viaje dos meses atrás, con el marco y la valiosísima experiencia del equipo de Clubes TEDEd que guían este proceso a través de un kit de herramientas pedagógicas. ¡Que funcionan de maravilla! El objetivo de los clubes es muy concreto: lograr que cada adolescente o joven que lo desee, pueda descubrir una idea personal, única, original, y comunicarla de manera efectiva a su comunidad. ¿Qué los conmueve? ¿Qué historia personal lejana o reciente los atraviesa en primera persona de manera especial? ¿Qué punto de vista o solución pueden aportar a alguna problemática que los rodea? Y así se va entramando la charla, yendo y viniendo desde preguntas disparadoras a su propia vida; anécdotas y reflexiones que construyen una mirada única y -seguramente- la punta de ovillo para encontrar respuestas...
Antes de arrancar, teníamos en claro una cosa: que quienes decidieran subirse al escenario, lo harían desde el disfrute.
Nada de sufrir, estresarse ni sentirse en situación de examen. Menos aún, "repetir como loros" un discurso memorizado, lavado de emocionalidad. Porque aprender a comunicar una idea en público es algo que sirve para toda la vida: poder disfrutar de la comunicación, hablar y escuchar activamente. Escucharnos a nosotros mismos y escuchar al público; entender dónde pausar la historia, dar un respiro para el insight y la empatía; aprender cuándo respirar, cuándo hacer un cambio de estado, cómo improvisar frente a lo impredecible... En definitiva, poder responder de manera ágil y flexible a los estímulos que nos regala la realidad. Por todo esto, desde el inicio empezamos a trabajar grupalmente la confianza y el vínculo. Para sacar la voz, ponerle palabras a las emociones e involucrar el cuerpo.
Armamos un equipo multidisciplinario integrado por Angie Sotelo -artista plástica y standupera-, Fer Jeger -clown y actor-, y yo -comunicadora y storyteller-. A este equipo (¡espectacular!) se sumó algo fundamental: el acompañamiento institucional sin el cual esto hubiese sido imposible. Porque las cosas pasan en contextos y no da todo lo mismo. Una sala luminosa, silenciosa, un mate calentito, herramientas digitales, cuestiones legales para el uso de imagenes, etc.
El día del evento -de nuestras Charlas TEDEd en el Teatro Municipal Brazzola- fue una fiesta. Y no fue fortuito, trabajamos muchísimo para ello. Creamos el ambiente de seguridad, confianza y contención para que todo fluyera. Los chicos y chicas se estudiaron su guión, pero además colocamos copias con sus notas en un atril para que pudieran ir y venir a ellas cuando fuese necesario (si sucede con los músicos y sus partituras, por qué no puede suceder con una charla). Estuvieron PRESENTES, en escena, pensando y sintiendo, vibrando con el público, respetando sus tiempos, sus silencios. Recibiendo el aplauso final. Agradeciendo.
Empecé esta nota diciendo que deseaba atravesar la experiencia de acompañar a un grupo para desarrollar y comunicar sus ideas originales. Tras todas estas semanas de acompañamiento y luego del evento, estoy totalmente satisfecha. Si bien no existen recetas para construir relatos, detectar buenas ideas y comunicar con impacto, algo es indiscutible:
crear ambientes preparados + habilitar la palabra + construir confianza grupal + conectar con el mundo interior + incorporar el cuerpo, son un muy buen kit de recursos.
¡Nos vemos en la próxima aventura!
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