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Foto del escritorSol Giannetti

El amor, el oficio, la vida

¿Quién dijo que es fácil escribir en primera persona? Sobre esos temas y experiencias que nos atraviesan, sin anestesia, sin distancia "óptima" ni objetividad. ¡No es fácil el storytelling! Escribir sobre nosotras mismas, compartir la vulnerabilidad, mostrar nuestras "costuras".


El taller Porvenires, relatos 50+ propone sumergirnos de lleno en este presente que hoy nos toca atravesar, y conectar con aquellos aprendizajes que elegimos transitar. Los desafios que la vida va poniéndonos por delante y que, con valentía, afrontamos. Jubilarnos, cambiar de profesión, incursionar en un nuevo hobby, asumir un nuevo rol de abuelas, mudarnos, enfrentarnos a un viejo miedo de la infancia y, también, los duelos. Duelo como proceso de despedida, de pérdida pero también oportunidad de transformación. De salir, como el ave fénix, fortalecida luego de una situación dolorosa.


En este posteo comparto el texto de Silvia Valerga y agradezco profundamente ser depositaria de su amistad. El taller Porvenires me dió la oportunidad de conectar con ella desde un lugar nuevo. Aquí, su relato 50+.

Al aire desde la FM Volver 95,3 de Chascomús, ahora su lugar en el mundo.


"Cuando me había propuesto ganarle a la soledad y al desamparo en la gran ciudad que me ignoraba entre el paso acelerado y ensimismado de miles de transeúntes; cuando mi oficio de escribir y divulgar noticias era apenas un sueño; cuando mi tiempo se desgastaba en eternas horas de trabajo rutinario cuyo único sentido pasaba por la subsistencia; en una sencilla sala de cine de barrio, hallé el motivo que le dio sentido a mi vida. 


Había encontrado el amor de un hombre que fue mi maestro a lo largo de nuestras vidas juntos, que me acompañó en el saber de la cultura, la historia y los hechos, para llegar a relatarlos con el estilo que requería el oficio periodístico. Conocí a Alberto en la puerta de un cine donde proyectaban el avant premiére de una película que Pino Solanas había realizado desde el exilio.


-¿A qué te dedicás?, le pregunté.

-Soy periodista.

-¡Yo también! Estudié en la universidad pero no trabajo en ningún medio porque no tengo experiencia y no sé redactar con estilo periodístico, le confesé.

-Yo te puedo ayudar, si querés…

-¡Sería genial!

Poco después nos casamos, el banco donde yo trabajaba cerró por una estafa y nos despidieron a todos.


-Esta es tu oportunidad para que decidas que quieres ser, bancaria o periodista, dijo Alberto. Y mi vida dió un giro. 

Pasaron 40 años de pasiones encontradas y también desavenencias. Llegaron los éxitos, los viajes enriquecedores de sabiduría, el amor familiar con nuestras dos retoños, hasta esa mañana terrible cuando gritó mi nombre y yo corrí para encontrarlo caído, sin poder explicar. El sólo me miraba. Alberto me estaba dejando todo. Su vida, sus bienes, su sabiduría, sus años de oficio; fui depositaria de todos los honores que le rindieron.





De a poco el dolor profundo se transformó en consuelo y su legado hoy me acompaña en la tarea más amada de nuestras vidas, la de escribir la verdad y divulgarla, como sea.

Antes fué escribiendo en diarios y revistas, ahora es a través de una radio y mediante un micrófono que me invita a pregonar verdades para quienes escuchan, para empoderarnos, tomar conciencia y ayudar a construir un mundo mejor".


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