Revista Resilientes y las preguntas que trascienden los muros
- Sol Giannetti

- 22 ago
- 4 Min. de lectura
Una idea siempre da vida. Una bala siempre mata.
Se vende arma cargada para sacar a los pibes de la esquina.
Se vende casilla de madera con vistas a la zanja.
Con agua de pozo y sin cloro dos por cuatro sin postigo,
con agujeros para que entre el frío.
Familia vende todo menos los libros de mamá.
Su dignidad, su fuerza y sus ideas de maestra llena de amor
para hacerle un homenaje a esa casilla de madera
que vio cómo un guachito llegó a ser doctor.
Fragmento de "Una idea pesa más que una bala", del Tano C.
La tarea de quienes elegimos derribar (por un rato) los muros de las cárceles y compartir la conexión humana no es fácil. Definitivamente hay que estar en estado de resiliencia para sortear cada obstáculo que se presenta en forma continua. Por eso, concretar la segunda edición de la revista Resilientes en la Unidad V del Complejo Penitenciario Federal I de Ezeiza nos llena de satisfacción y esperanza.
La libertad, el amor, los prejuicios, la violencia, el humor, el tiempo, la salud, el cuidado personal, la traición, la identidad, la familia, el perdón, el arrepentimiento… ¿temas del “adentro” o preguntas universales que nos atraviesan a todos, de este y del otro lado del muro?
Me formé como facilitadora del diálogo en el Programa Probemos Hablando, dependiente de la Procuración Penitenciaria de la Nación, que desde hace 10 años sostiene la tarea de llevar círculos de diálogo a las cárceles. Es un dispositivo público de carácter preventivo que propone a las personas privadas de libertad participar, a través de la palabra y la escucha, en espacios de diálogo cuyo propósito es la humanización de las relaciones entre las personas y los grupos que conviven forzadamente. Es una actividad que propone unas pocas pero firmes reglas: hablar con intención, escuchar con atención, no monopolizar la palabra y, sobre todo, respetar la confidencialidad de todo lo que se dice en un círculo.
Volver a la simpleza de conversar, confiando en que un espacio cuidado de diálogo puede poner sobre la mesa conflictos, miedos, necesidades, permitiendo de forma colectiva hacerles frente. No necesariamente para resolver los problemas pero sí para nombrarlos y darles un lugar (mental y emocional). Para ponerlos en el espacio social y darnos cuenta, muchas veces, de que no estamos solos ni somos los únicos que padecemos esos dolores, miedos e incertidumbres. El círculo crea una comunidad de palabra y, como muchas veces dicen los y las participantes, nos devuelven a la categoría de humanos. Porque proponen un ambiente donde todos podemos vernos y escucharnos, respetando el espacio personal de cada uno, en horizontalidad.
Subí a este tren cuando ya estaba en marcha, como facilitadora voluntaria. Cuando lo hice, ya la primera edición de la revista (que en su inicio se llamó Talentos Ocultos) había sido impresa. Estaba en proceso el segundo número que, tras debate, se renombró como Resilientes. Había muchísimo material generado y lo que seguía era la tarea de ordenar y editar todo ese contenido increíble, significativo, sentido y amoroso que había sido generado tras muchos meses de trabajo.

-“No todos se animan a escribir o no fluyen con la palabra escrita. Por eso buscamos la manera de que más personas se expresen, proponiendo que dibujen, que ilustren, que pinten o hagan collage”, me explicó Rubén cuando me sumé al proyecto. Me encantó esta claridad y cualidad inclusiva: no adaptar a las personas al formato (escrito) sino adaptar la revista a las personas, haciendo posible su voz a través de múltiples formatos. Y en esa pluralidad expresiva pude ir leyéndolos/las. Tantas narrativas subjetivas sobre su ser y estar privados/as de libertad; reflexiones compartidas y voces internas que salieron para afuera para ser volcadas en cada artículo de Resilientes. Algunos de ellos: "Living for love", "Un paso a la vez", "¿Soy un delincuente?" y "Una idea pesa más que una bala"; historias narradas que nos acercan y hermanan. No hubo ningún tema que, de una u otra manera, no me interpelara.

Una decisión maravillosa fue, cuando empezamos a diseñar el evento de presentación, darle lugar a todas las personas que habían sumado contenidos, hubieran quedado o no en la publicación gráfica. Y además compartir los originales escritos y dibujados a mano que contienen en su trazo de puño y letra la impronta personal. Por eso decidimos empapelar el gimnasio y transformarlo en un espacio de arte y creatividad.
Los muros, esta vez, no fueron frontera sino soporte para una exhibición de dibujos, mandalas, ensayos y poesías.
Rescato un fragmento de la editorial de Resilientes escrita por participantes de la revista, que condensa el espíritu de esta creación colectiva:
“En este contexto, en el cual nos encontramos temporalmente, muchos decidimos levantarnos, tomar fuerza, mirar para adelante, seguir caminando por los senderos desconocidos de la vida. Decidimos perseverar.
La resiliencia nos da esta capacidad de afrontar eventos difíciles, adaptarnos a la adversidad, recapacitar, juntar las fuerzas necesarias y animarnos a renacer. Ser resiliente no es algo mágico, no se da de un día para el otro. Una persona resiliente es flexible, capaz de adaptarse a un ambiente hostil. Es elástica y fuerte, creativa y paciente.
Una persona resiliente es igual de mitológico que el ave fénix que se consume en el fuego para renacer de sus propias cenizas, siendo más fuerte y bella, por eso tomamos esta metáfora como eslogan de vida.
Querido lector, hemos decidido renacer de entre las cenizas y -lo más importante- tomar la decisión de intentar ser felices”.

Aunque la cárcel es un espacio adverso y requiere ponerle onda y corazón, una emoción compartida por el equipo de Probemos Hablando es la de irnos siempre más llenos de como llegamos. El tiempo en la cárcel es otro, y si bien tiene casi todo en contra y no tengo ninguna intención de romantizar el encierro, nos permite suspender la urgencia y la emergencia, darnos de manera grupal el espacio interior para escucharnos, vernos, empatizar, abrazar y dialogar que tantas veces perdemos de vista en la jungla del “afuera”.
Sol Giannetti
Agosto 2025







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